El Divino nos
ha marcado
mi corazón herido
es la prueba fehaciente
de esa inefable presencia
de ese infinito amor.
Fue solamente conociendo ese dolor
que me pude percatar de los dolores del mundo.
No sabía que los pájaros lloraban,
que las rayas, en el fondo del mar, meditaban
que los árboles celebraban coloquios
no lo sabía yo…
Gracias por esa extraña ciencia
he contemplado la belleza evocada por el alba: el Sol
¡gracias! En un instante divisé el mundo.
Así fue que el espíritu se me reposó y
dormí en paz como la hoja leve
sobre el espejo de un lago.
mi corazón herido
es la prueba fehaciente
de esa inefable presencia
de ese infinito amor.
Fue solamente conociendo ese dolor
que me pude percatar de los dolores del mundo.
No sabía que los pájaros lloraban,
que las rayas, en el fondo del mar, meditaban
que los árboles celebraban coloquios
no lo sabía yo…
Gracias por esa extraña ciencia
he contemplado la belleza evocada por el alba: el Sol
¡gracias! En un instante divisé el mundo.
Así fue que el espíritu se me reposó y
dormí en paz como la hoja leve
sobre el espejo de un lago.
Renata Bomfim
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