Dedicado a los indios brasileños, que, sin derechos de ciudadanía, continúan siendo humillados cuando no exterminados; y al espíritu de la esperanza muerto en defensa de nuestra humanidad.
Brasil,
mi
Tierra,
mi
Amor.
Allá
donde voy, vienes conmigo
en
el cimbreo de mis caderas que
bambolea
al son
de
tu acuarela,
en
las ondas del cabello que
semejan
estambres de agua dulce
deslizándose
por los manglares.
Mis
ojos son los del guacamayo
que
irrumpen en los bosques
como
las flechas inflamadas de Eros.
Son,
además, los ojos del tigre,
del
mono capuchino, del gato montés,
del
lobo guará, del pez buey,
del
carpincho, de la serpiente cascabel,
de
las hormigas, del oso hormiguero
(tu
portaestandarte).
Tus
montes, cerros y acantilados
son
mi carne, mi cuerpo
de
mujer: Nos desangramos!
Es
nuestra esa herida
provocada
por la especulación,
por
el soborno,
por
la carencia de cuidados y de amor.
Mi
tierra, qué dolor, cuánto quejido!
Los
navíos negreros aún surcan las aguas turbias,
son
espectros en el espacioso océano,
sus
apariciones son casi tangibles.
Una
parte de mí está encadenada en la bodega
hedionda,
sigue la progresión del rapto
sintiendo el desgarro
de
África, fantaseando con la libertad.
Escucho
los gritos de espanto,
las
súplicas de socorro
de
mis hermanos Guarani Kaiowa.
Los
ávidos de lucro quieren abrasarlo todo!
Quieren
devorar la selva,
diezmar
centenares de etnias,
con
sus lenguas múltiples,
y
la diversidad de sus costumbres y tradiciones.
Quieren
transformar en humazo, hoy,
nuestro
mañana. Nos oponemos!
Lloramos,
entonamos himnos de guerra y
luchamos
con arcos y flechas.
(combate
desigual e inicuo).
Nuestros
pies, magullados en el atropello
merecen
descanso!
Nuestras
manos, tejedoras de humanidades,
merecen
respeto!
En
este preciso momento una criatura
mama
de mi seno:
una
niña llamada Esperanza.
Yo
canto en voz baja, tarareo apenas
soy
chamán:
conozco
plegarias y rogativas,
preparo
ungüentos,
elaboro
aljabas,
lanzo
maleficios a los siete vientos,
mi
lengua cura y segrega venenos.
Mi
corazón es un brasero que,
arde
de amor: fuego sacro!
El
cielo estrellado de mi tierra
tintinea
dentro de mi boca!
Voy a defender la memoria viva
de tus pueblos!
Cuando
palpo tu faz
(como
un invidente)
tratando
de conocer tu fisonomía,
mi
tierra, me busco en ti:
necesito
conocer la raíz de la planta que soy,
comprender
los fundamentos de mis hojas,
frutos,
y flor…
Cómo
cantar esta brasilidad?
Dejo
que los pájaros lo hagan por mí,
el
viento silbará tu himno.
Esa
bienaventuranza abrasadora
orgullo
matrio que ilumina mi pecho
va
más allá
de
satisfacciones y sufrimientos,
es pasión,
piedra luna:
refleja
muchos colores y resplandece.
Donde
estoy estás conmigo, Brasil,
mi
tierra,
mi
amor.
RB,
Lisboa,
7 de septiembre de 2013.
Manifiesto:
Hoy,
7 de septiembre, conmemoramos la "Independencia de Brasil", pero,
nuestro Brasil aún no es libre, desgraciadamente. Aún serán asesinados muchos
Tiradentes, por desgracia; aún va a correr sobre este suelo sagrado la sangre
de muchos ecologistas, como la de Chico Mendes, de la hermana Dorothy, del
capixaba Paulo Cesar Vinha. Para que se establezca un nuevo orden, una nueva
forma de concebir el "progreso", para que seamos realmente libres,
necesitamos escuchar el grito que viene de las florestas, de los callejones
oscuros, de los hospitales, de las escuelas; necesitamos abrir los oídos,
quitar la cera del interior de los oídos, y lo más importante, necesitamos
actuar. El verdadero progreso tiene nombre y apellido: Piedad y
Sustentabilidad..
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